El andar entre dolores acallados

es replicar

los egos dominantes.

Las luces eternas

columpian estas almas

persiguiendo instantes.

Todos los nombres no existen

y el simbolismo oscuro

de este idioma de vidas pasadas

comulga con la guerra original

de la luz con las tinieblas.

No hay medicina

para remediar el pasado,

pero vivir no es estar encadenado

a un destino gris, ruin y despiadado.

Desde el origen el verbo

salvó todo oculto en nombres

y ese camino que a la luz atañe

es el de unos guerreros que habitan

soles, miradas y eternidades.

La vida es significar un abrazo,

sentir un beso y andar de la mano

de alguien desconocido

hasta que la intimidad se convierta

en luz otra vez, otra vez en medio

de todas las oscuridades que nos acechan.

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