Romulaizer Pardo ID webdigital 2.0 de Rómulo Pardo Urías

Perfil científico-humanista, artístico-cultural y lectogramático. Ciudadano mexicano global 2.0

James Lockhart, la new philology y un balance crítico-historiográfico de Los nahuas después de la conquista: historia social y cultural de la población indígena del México central, siglos XVI al XVIII y su recepción internacional


Rómulo Pardo Urías

Portada del libro Los nahuas después de la conquista.
James Marvin Lockhart Foto tomada de su obituario en línea.

INTRODUCCIÓN

En las páginas a continuación será realizado un balance crítico-historiográfico de la importante obra del filólogo nahuatlato norteamericano James Lockhart Los nahuas después de la conquista: Historia social y cultural de la población indígena del México central, siglos XVI al XVIII editada por el Fondo de Cultura Económica en 1999 con traducción de Roberto Reyes Mazzoni, un total de 717 páginas y un tiraje de 2000 ejemplares. La estructura del análisis y la relevancia del trabajo obliga a realizar un balance de la vida y obra del autor, fallecido en 2014, para ubicar algunas de sus inquietudes, líneas de trabajo, itinerario académico e intelectual entre otros aspectos. De esa forma, los apartados del balance inician con una perspectiva bio-bibliográfica somera y grosso modo de Lockhart, con lo que podremos sopesar su relevancia como investigador de la cultura nahua colonial, en particular, y como docente y profesional de la investigación histórica, en general. Un segundo momento implica insertarlo en su dimensión académica amplia, en la corriente intelectual y cultural que sus aportes iniciaron y solidificaron, es decir la new philology.

Así, este ensayo etnohistoriográfico ahondará en las condiciones estructurales del pensamiento, ideario y postulados principales de una forma de hacer y escribir etnohistoria en el último tercio del siglo XX. Creemos que en parte sigue vigente hasta nuestros días. Los tres apartados siguientes entablan ya el análisis de la obra como un todo estructurado, asumiendo su relevancia y el comentario de sus contenidos, en función de las diversas dimensiones que aborda, observando partir de tal estructura global, sus principales aportes interpretativos y analíticos y, finalmente, una valoración propia, parcial y esquemática, de las fuentes en las que está basado este estudio. Ha resultado importante en la elaboración del siguiente ensayo de acercamiento, conocer la recepción o los comentarios al libro que nos atañe, dentro de su presente editorial de publicación entre 1992, año de la edición en inglés, y 1999, año de la edición en español. Así, una labor relevante fue ubicar diversas reseñas a la obra del autor estadounidense, que nos permitieron sopesar su aporte académico, social e intelectual. Particularmente interesa señalar que el presente editorial del libro de Lockhart es preinternetizado y en proceso de globalización, el de la última década del siglo XX. Nosotros, desde el presente internético y una condición de «hommo interneticus», logramos realizar esta reconstrucción.

JAMES MARVIN LOCKHART (1933-2014): BOSQUEJO BIO-BIBLIOGRÁFICO1

El etnohistoriador y filólogo nahuatlato estadounidense nació en West Virginia en 1933. Su formación como licenciado la realizó en la Universidad de West Virginia, pero el desarrollo de su doctorado fue en la Universidad de Wisconsin en Madison, doctorándose en 1967 con una tesis titulada Spanish Peru, 1532-1560: a colonial society at its originobteniendo el grado de doctor en filosofía. El trabajo fue publicado en 1968 con el mismo título por la Universidad de Wisconsin, con una reedición en 1994. En 1982 el trabajo fue traducido al español con el título El mundo hispanoperuano, 1532-1560. Antes de 1972, año en el que se instaló como profesor de la Universidad de California en Los Ángeles, impartió clases y fue docente en las universidades de Colgate y de Texas. El año que ingresó a la UCLA publicó con la Universidad de Texas en Austin su libro The men of Cajamarca: A social and Biographical Study of the First Conquerors of Peru, manteniendo sus inquietudes históricas en dos direcciones posteriormente observables y solidificadas: la historia colonial latinoamericana y los procesos sociohistóricos derivados de la hispanización de los territorios indígenas prehispánicos. Ese mismo año, 1972, publicó The Social History of Colonial Spanish America: evolution and potentialtambién con la Universidad de Texas en Austin y el Instituto de Estudios Latinoamericanos. En 1976 da a la imprenta, por la casa editorial de Cambridge, su trabajo al lado de Enrique Otte, Letters of People of Spanish Indies, Sixteenth Century, logrando dar arranque a su carrera como nahuatlato con el trabajo Nahuatl in the Middle Years: Language Contact Phenomena in Texts of the Colonial Period, en coautoría con Frances Karttunen y publicado por Berkeley y la Universidad de California. También edita ese mismo año el trabajo realizado junto con Arthur J. O. Anderson y Frances Berdan Beyond the Codices: the Nahua View of Colonial Mexico, también editado por Berkeley y la Universidad de California. Un tercer trabajo etnohistórico aparece ese mismo 1976Provinces of early Mexico: variants of Spanish American Regional Evolution, trabajo realizado junto a Ida Altman publicado por el Centro de Estudios Latinoamericanos de la UCLA y la Universidad de California. Esta podría denominarse su primera etapa productiva, combinando la investigación con la docencia y la publicación de trabajos que profundizan en la historia colonial latinoamericana al tiempo que se adentra en las inquietudes y análisis de la cultura nahua.

Lo que me atrevería a decir fue su segunda etapa académica e intelectual inicia con la publicación de una importante historia colonial de la América española y Brasil, titulada Early Latin America: A Short History of Colonial Spanish America and Brazil escrita al lado de Stuart. B. Schwartz publicada en lengua inglesa en 1983 y que fue traducida en 1992 por la editorial AKAL en Madrid. En 1986 también mereció traducción su obra sobre Cajamarca, la que fuera hecha por la editorial Milla Bartres de Lima y titulada Los de Cajamarca: un estudio social y biográfico de los primeros conquistadores de Perú. Ese mismo año publicó al lado de Frances Berdan y Arthur J.O. Anderson The Tlaxcalan Actas: A compendium of records of the Cabildo of Tlaxcala, 1545-1627, importante rescate documental e historiográfico, incluyendo ya textos en lengua nahua. También en 1987 editó un acercamiento a la cultura náhuatl con su trabajo The Art of Nahuatl speech: The Bancroft Dialogues, al lado de Frances Karttunen y editado por la Universidad de California. Después de estos dos años productivos, en 1988 publicó un libro de relevancia historiográfica, Charles Gibson and the Ethnohistory post-conquest Central Mexico, con edición del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de La Trobe en Bundoora Australia. Ya es posible observar una dimensión filológica en torno a la lengua y cultura náhuatl importante en su trayectoria, que dará otro resultado en 1991 con su libro Nahuas and Spaniards: Post-conquest Mexican History and Philology, publicado por Stanford y la Universidad de California, donde ya se desprende una intencionalidad metodológica muy definida respecto al trabajo etnohistórico. Dicha postura será culminada con el libro publicado en 1992 The Nahuas after the Conquest: A social and cultural History of the Indians of Central Mexico, Sixteenth through Eighteenth centuries, libro que marca la definición de la new philology, publicado por Stanford y que desde mi opinión indica un culmen en su obra etnohistórica pero también el fin de su segunda etapa académica. No obstante, en esta etapa debe incluirse, por la proximidad cronológica y temática, el trabajo de 1993 We people here: Nahuatl accounts of the Conquest of Mexico, editado nuevamente por Berkeley y la Universidad de California. El fin de esta segunda etapa académica se advierte en su jubilación como docente-investigador en la UCLA en 1994, sin que eso se tradujera en el abandono de sus estudios e inquietudes etnohistóricas. Por el contrario, mantuvo una importante y considerable labor, desarrollando una tercera etapa de menor producción bibliográfica, pero con un ímpetu remarcado en los temas nahuas, el rescate documental de textos en esa lengua y también la enseñanza de ella, además de la traducción de un importante trabajo colonial.

Su tercera y última etapa académica puede rastrearse a partir de sus últimos libros publicados, considerando el inicio de dicha etapa en 1998 con la publicación del libro, en coautoría con Lisa Sousa, The Story of Guadalupe: Luis Laso de la Vega’s Huey tlamahuicoltica of 1649editado por Stanford. En 1999 será traducido al español The Nahuas after the conquest, pero también será publicada la obra Of things of the Indies: essays old and new in early Latin American History editado también por Stanford. Finalmente, en 2001 tendrá 2 publicaciones de relevancia para el estudio de la lengua náhuatl: Grammar of the Mexican Language: With an explanation of Its Adverbs documento colonial de 1645 de Horacio Carochi, el cual Lockhart traduce y es publicado también por Stanford; y en segundo lugar su curso Nahuatl as Written: Lessons in older Written Nahuatl, with Copious Examples and Texts, editado por la misma Stanford.

Dentro de la actividad docente de Lockhart logramos rastrear algunas de sus participaciones en comités de tesis, como director o miembro del jurado, entre 1982 y 2013, donde puede observarse una red académica sólida. En 1982 fue director de la tesis “Urban and rural society in the Mexican North: Saltillo in the late colonial period” de Leslie Scott Offutt, presentada en la UCLA. En 1988 dirigio a Mary Doyle con su tesis “The ancestor cult and burial ritual in seventeenth and eighteenth-century central Peru”. En 1993 fue director de Barry Sell, quien presentó su trabajo “Friars, Nahuas, and books: Language and expression in colonial Nahuatl publications” también en la Universidad de Los Angeles. Un año después, en 1994, trabajó dirigiendo la tesis de Gary Bohigian “Life on the rim of Spain’s Pacific-American empire: Presidio society in the Molucca Islands, 1606-1663”. Para 1997 Lockhart fue director de la tesis de Robinson Herrera “The people of Santiago: Early colonial Guatemala, 1538-1587” presentada en la Universidad de California. Un año después, en 1998, dirigió el trabajo de Kimberly A. Gauderman titulada “Women playing the system: Social, economic, and legal aspects of women’s lives in seventeenth-century Quito”, igualmente en la UCLA. Al iniciar el nuevo siglo, en 2002, dirigió la tesis de Doris Mathilde Namala “Chimalpahin in his time: An analysis of the writings of a Nahua annalist of seventeenth-century Mexico concerning his own lifetime”.

Las tesis en las que participó como director en la última década, previa a su deceso, fueron en co-dirección con Kevin Terraciano, incluyendo la de 2002 y las siguientes. En 2003 dirigió la tesis de Irene Vasquez “The indigenous factor in Nueva Vizcaya: The north of Mexico, 1550–1790”. Dio un giro en 2007 al dirigir la tesis de José Ortega “The Cuban sugar complex in the age of revolution, 1789–1844”. Destaca el hecho de que pese a su avanzada edad en 2012 dirigió la tesis de Miriam Melton-Villanueva “The Nahuas at Independence: Indigenous Communities of the Metepec Area (Toluca Valley) in the First Decades of the Nineteenth Century”. El comité de sinodales en esta tesis muestra claramente una red académica en la que participaron, además de Lockhart y Terraciano como directores, Lauren Derby, Claudia Parodi-Lewin, John Pohl y Teofilo Ruiz. Ese mismo 2012 participó como miembro del comité evalaudor de la tesis presentada por William Bollinger “Textiles, Guano and Railroads: The Role of the United States in the Early Development Failures of Peru, 1818-1876” dirigida por James W. Wilkie y Robert N. Burr, donde Lockhart compartió la evaluación con Robert Dallek, Christopher Donnan y David López, trabajo presentado en la Universidad de California en Los Angeles. Finalmente, en 2013 fue director de la tesis de Mark Mairot “Mexican Provincial Society during the Age of Revolution: A Social and Economic History of Toluca, 1790–1834”. En esta tesis el comité estuvo conformado por Vinay Lal, David López, José Moya y Eric Van Young.

Una última faceta en este apunte bio-bibliográfico remite a las reseñas y algunos de los artículos publicados por Lockhart. En 1977 reseñó el trabajo de Jean Piel Capitalisme agraire au Pérou. Volume 1, Originalité de la société agraire peruvienne au XIXe siècle. En 1987 también comentó el libro de Lyle N. Mcalister Spain and Portugal in the new world, 1492-1700. De Ida Altman reseño en 1993 el trabajo Emigrants and society : Extremadura and America in the Sixteenth Century. Un año después, en 1994, reseñó el libro de Sabine MacComarck Religion in the Andes: Vision and Imagination in Early Colonial Peru. En 2002 realizó una reseña del libro de David Brading Mexican Phoenix: Our Lady of Guadalupe: Image and Tradition across Five Centuries. Y finalmente apareció en 2003 la reseña que emprendió del trabajo de Alan Knight Mexico (Vol. 1): From the Beginning to the Spanish Conquest.

Una última mirada a ciertos de sus artículos permite observar que en 1969 publicó sus primeros trabajos: su artículo “Gobierno del Peru (1567)” escrito al lado de Juan de Matienzo y Guillermo Lohmann Villena; y por cuenta propia su artículo “Encomienda and Hacienda: The Evolution of the Great Estate in the Spanish Indies”. En 1973 publicó junto con William B. Taylor el artículo “Landlord and Peasant in Colonial Oaxaca”. Para 1977 escribió una nota en torno a John Leddy Phelan (1924-1976). Destaca su arículo de 1990 “Postconquest nahua society and concepts viewed through nahuatl writings” publicado en la revista Estudios de Cultura Náhuatl de la Universidad Nacional Autónoma de México. En 1992 se asoció a Jacques Lafaye para escribir el artículo “A Scholarly Debate: the Origins of Modern Mexico – Indigenistas vs. Hispanistas” además de publicar su artículo “Three experiences of culture contact: nahua, maya and quechua” publicado en la revista Master. Dos años después, en el 94 del siglo XX, publicó, junto a Normand Hammond e Inga Clendinnen el artículo “Aztecs: An Interpretation”.

Así, en la vida académica de James Marvin Lockhart se mantuvieron temas, problemas, ejes estructuradores de discusiones y debates en torno a los grupos étnicos durante el periodo colonial, especialmente nahuas. Como se puede apreciar la actividad académica de nuestro autor no fue menor y combinó la docencia y la investigación generando un perfil de suma integridad y completud en el hacer etnohistoriográfico. Además este apunte permite observar las relaciones con un tejido intelectual y académico múltiple, que indican vínculos de investigación, de prefosionalización y de rasgos intelectuales compartidos, los cuales, en ciertos casos y como veremos, dieron fisonomía, solidez y complexión a la corriente etnohistórica vinculada a los estudios filológicos nahuatlatos, en principio mas no únicamente, durante el periodo colonial: la tendencia o escuela llamada new philology.

LA ETNOHISTORIA Y LA NEW PHILOLOGY

Valorar lo que significa la escuela y la tradición de la new philology debe pasar por un acercamiento al desarrollo de la etnohistoria, particularmente norteamericana. Pensando en un momento de la etnohistoriografía previa a la escuela que funda y consolida Lockhart, podemos distinguir con Ronald Spores2 que “Ethnohistorians stress the critical use of written documents, a functional-developmental concept of culture, and an open mind with regard to utilization of all types of graphic materials, oral history, conventional ethnography, archeological data, linguistic materials, geographical, geological, or biological data, or any other information that will aid in cultural reconstruction, analysis, or explanation”3. Spores indica que los etnohistoriadores se interesan por la investigación de la temprana historia del Nuevo Mundo, por el momento del contacto y el posterior momento de asentamiento y colonización europea, lidiando con las sociedades nativas y foráneas y sus interacciones. El origen de la etnohistoria se remonta, según Spores, a las actividades de los Estados Unidos en la década de los 50 del siglo XX, como el desarrollado de un subcampo consciente de la antropología. La etnohistoria latinoamericana ha sido particularmente practicada en los Andes y en Mesoamérica, remontándose al establecimiento de la antropología por Gamio y Caso, en el contexto mexicano, y la formación de historiadores, etnólogos, arqueólogos y lingüistas, destacando en esta escuela Caso, Jiménez Moreno, C. Gibson, Borah, A. Garibay y León-Portilla, Roys y Scholes en México y Rowe, Kubler y Murra en Perú.4 Dentro de los temas etnohistóricos se encuentran “culture change, ecology, social organization, religion or demography”.5

Por otra parte, Eric Van Young6 muestra nítidamente que los estudios etnohistóricos norteamericanos del último tercio del siglo XX forman parte de un conjunto de estudios coloniales sobre México inscritos en la new cultural history. De esa forma la antitética relación, epistemológica, metodológica y respecto a sus fronteras, entre historia cultural e historia económica “may be usefully be united to the benefit of each”.7 Para el historiador norteamericano toda la historia es historia cultural y habla de los “new cultural historians” y algunos de sus éxitos, preponderantemente etnohistóricos. Van Young al proponerse mostrar “how cultural history is being done, what its goals and values are, and how it related to other forms of historical inquiry”8 enfatiza los esfuerzos hermenéuticos de descripción histórica, donde se aprecia la convergencia entre antropología e historia y observa que “the new cultural history as practiced for Colonial Mexico is not in fact a radically postmodernist project”,9 pues sus practicantes creen en la cognoscibilidad de las realidades pasadas a partir de las diferencias entre la imaginación ficcional del novelista y la imaginación factual del historiador. Las características de esta new cultural history son: 1) el estudio de las mentalidades (estructuras mentales perdurables que motivan el comportamiento individual o grupal), el sistema simbólico usador por las personas para explicar el mundo en torno suyo 2) el interés particular, pero no exclusivo, por los grupos subordinados, subalternos, en la historia 3) el giro hacia un inductivismo10 en la escritura de la historia y 4) una postura crítica hacia las fuentes y la interpretación textual. La genealogía de estas formas historiográficas se localiza en el trabajo de Charles Gibson The Aztecs Under the Spanish Rule, pero también en la obra de algunos antropólogos mexicanos como Aguirre Beltrán. Esta corriente ve el texto como cultura, no la cultura como texto. Van Young indica que “what most shows up in the document, as we all know, are the institutional aspects of colonial life —trace of formal structures such as property systems, judicial and administrative structures, or kinship relations; or if we are lucky, freeze-dried versions of rituals, episodes of collective action, conflict situations, and so forth”.11 De esa forma queda advertido que la cultura se relaciona con el significado que los practicantes culturales le dan en su hacer al tiempo que significan las conexiones que esto produce: el significado es relacional.

Van Young destaca que el éxito de la new cultural history se debe a los “islotes documentales emergiendo de continentes y subcontinentes de experiencia pasada [que] surgen a la superficie de los registros históricos por formas de conflicto o desviación que después se toman como punto de partida para recuperar la vida ‘normal’”.12 Estos conjuntos documentales se derivan del cruce de las historias de vida y de la vida pública y sus registros. Y al hablar de tres tendencias historiográficas distintas,13 Van Young menciona, como segunda tendencia, los trabajos etnohistóricos.14 Por lo tanto, para 1999 el balance historiográfico de Van Young muestra que “the work of Lockhart and his students has opened the interior of Colonial indigenous society in ways fundamental to any understanding of culture, while it lays reasonable claim to being the most innovative and recognizable ‘school’ of colonial history to yet emerge”.15

En esa medida nos dice Van Young16 la new philology remite a “native-language-based ethnohistory”. Más profundamente “the New Philology includes those students of the ethnohistory of colonial Mesoamerica whose scholarship is based on native-language sources (the vast majority hitherto unstudied), who emphasize a broadly philological (i.e., historical-linguistic) analysis of those sources, and who subscribe to the view that the study of native-language sources is crucial to understanding indigenous societies”.17 Se trata, entonces, de un modelo (basado en fuentes en lengua indígena) y de un método (el filológico renovado). En tanto escuela es indisociable de los aportes de Lockhart, pero se ha extendido mucho más allá de sus estudiantes e influencias directas, abarcando zonas académicas en Canadá, Estados Unidos, México, y con menor presencia en Guatemala y Europa. Su enfoque es interdisciplinario, no restrictivo a la relación historia-antropología, sino que incluye las dimensiones lingüísticas, literarias y de historia del arte, entre otras.

Restall marca el inicio de la escuela en 1976 con aproximaciones investigativas que reunieron materiales documentales en lenguas indígenas (mayas, nahuas y mixtecas, entre otras) con representantes como Daniel Brinton y Ralph Roys, pero también con una importante escuela mexicana, aunque no influyó en los académicos norteamericanos o angloparlantes, donde se ubican Ángel María Garibay, Fernando Horcasitas y Miguel León-Portilla. Pero el punto fundacional de este primer momento fue la publicación del libro Beyond the Codices, de Anderson, Berdan y Lockhart quienes “offered a selection of mundane, notarial sources translated from Nahuatl with extensive analysis dispersed through introductory and annotated material”.18 El fin de esta primera época lo marca la aparición del libro de Lockhart The Nahuas After the Conquest de 1992.19

La segunda etapa de la new philology arranca en 1992 y dura para Restall hasta 1998. En ella hay una expansión de geográfica en los estudios que ya no se limitan a las zonas nahua-hablantes, sino que incluyen a los mixtecos con el trabajo de Terraciano y Lisa Sousa (que combina fuentes mixtecas con nahuas), o trabajos sobre fuentes mayas como las de Pete Sigal y las del propio Restall, además del de Victoria Bricker. En palabras de Restall “The first phase (1976–92) initiated the New Philology as a nahuatlato endeavor, producing the first detailed studies of colonial Nahua domestic life, family culture, gender relations, political culture, and land tenure based on native-language sources, while also constructing the foundational ideas and methods of the school; the second (1992–98) extended it to include all of colonial Mesoamerica”.20 De esa forma la tercera etapa (a partir de 1990) se define por tres flujos de inquietudes y movimientos intelectuales: 1) una mayor y explosiva interdisciplina, con un acento en la antropología lingüística, la epigrafía maya, la historia del arte y la arqueología 2) la amplitud de relaciones entre los documentos en lenguas indígenas y en español, que conduce a la relación del etnohistoriador con otro tipo de historiadores (que estudian a los no indígenas) 3) el estrechamiento entre la teoría y la nueva filología.

Aunque se traté de un anacronismo, al parecer la postura de Restall busca contrarrestar a Van Young cuando enfatiza que los estudios etnohistóricos de la franja sur están “dominated by the native-language-based studies (in Nahuatl, Zapotec, Mixtec, and the Maya group) strongly associated with James Lockhart, his collaborators, and his students”.21 Pero Van Young concluye “during the 1980s James Lockhart had been producing with collaborators a series of volumes transcribed Nahuatl documents, with commentaries, and also essays of his own, as he would continue to do during the rest of the 1990s and beyond, after the publication in 1992 of his major work to date, the magnificent Nahuas After the Conquest”.22

ESTRUCTURA GENERAL Y ARGUMENTATIVA DEL LIBRO

El libro de James Lockhart Los nahuas después de la conquista se encuentra dividido en 10 apartados, incluyendo la introducción y la conclusión, además de dos apéndices y una nota sobre la bibliografía así como un índice onomástico y un glosario de palabras en náhuatl. Los apartados intermedios del libro son: 1) Altépetl 2) Vivienda doméstica 3) Diferenciación social 4) Tierra y modo de vida 5) Vida religiosa 6) Lengua 7) Formas de escritura y 8) Formas de expresión. Considerando el esquema argumentativo elaborado por Lockhart, primero apuntala los antecedentes interpretativos historiográficos y etnográficos, respecto a la relación de los nahuas con los españoles después de la conquista, estableciendo tres modelos de interpretar este hecho: el modelo del conflicto, el modelo del desplazamiento y el modelo de permanencia de elementos indígenas libres de influencias exteriores. Lockhart advierte la presencia de dinámicas diferenciales en función de la centralidad o periferia de las zonas y regiones nahuas, más o menos cercanas al valle y la ciudad de México. Dentro de sus intenciones se encuentra mostrar que los antecedentes nahuas prehispánicos no fueron pasivos o únicamente sometidos, sino que fueron interactuantes. Así, un argumento central es la interacción entre nahuas y españoles, trascendiendo una interpretación que victimizaba y reificaba a los grupos indígenas nahuas, para dar paso a la interpretación de los intercambios, influjos y reciprocidades entre ambos sistemas culturales. En palabras de Lockhart “Al paso de los siglos se crearon combinaciones de formas y patrones estables, que debían algunos rasgos a uno de los donantes y otros al otro y, en algunos casos, a ambos. A finales del siglo XVIII, casi nada de todo el sistema cultural indígena permanecía sin modificaciones y, no obstante, casi todo se remontaba a la vez de una u otra forma a un antecedente de los tiempos anteriores a la conquista”.23

Uno de los principales elementos novedosos, aunque no tanto como consolidados, fue el empleo de fuentes escritas en lengua náhuatl. Por lo tanto, Lockhart reconoce la valía e importancia de los documentos coloniales tempranos que registraron el náhuatl, especialmente a partir de obras de frailes y religiosos en el siglo XVI pero también otras fuentes coloniales, en relación completa con el náhuatl hablado. En ese sentido se establece una diacronía que incluye la dimensión escrita y oral de la lengua náhuatl como soporte de evidencias y argumento para el desarrollo del libro. Lockhart enfatiza que la etnohistoria nahua ha sido escrita a partir de documentos españoles que hablan del grupo indígena, por lo que se trata de estudios indirectos. Su comprobación se suscita al analizar el uso de la palabra indio por parte de los españoles para denominar, homogéneamente, a los grupos étnicos, sin considerar su propia historia, sus propios términos, sus propias formas y mecanismos culturales y de realizar la vida.

De esa forma, otro de los principales argumentos lockhartianos del libro es emplear fuentes nahuas, escritas por nahuas para uso de nahuas e inscritos con finalidades de la vida cotidiana. Lockhart advierte que la mayor parte de este tipo de documentación se ha perdido y que los estudios previos han puesto demasiada atención a las obras monumentales —historiográficas y de la producción escrita nahua— omitiendo el uso de documentos cotidianos, vacío que él se propone llenar. Se propone, por tanto, estudiar estos vestigios y huellas a partir de una nueva filología que utilice estos documentos e intente hacerlos inteligibles además de ubicarlos en su contexto de funcionamiento, acción y uso, verdaderos. El objetivo que se plantea el filólogo nahuatlato es “describir y analizar el mundo nahua posterior a la conquista utilizando fuentes que provienen directamente de los propios nahuas”.24 Finalmente Lockhart advierte que dentro de su análisis, que busca abarcar la mayor parte de la cultura y la vida social nahua, hay rubros que quedan marginados o cuyas fuentes de información son escasas: el de la música, el de la danza, el de los mercados, el de la cultura material, el de las artesanías, el de las técnicas agrícolas y el de los roles de género. Sin embargo, Lockhart apuntala en su introducción estos argumentos como ejes vertebradores y estructurales de su reconstrucción histórica en su libro.

En otro sentido, la reconstrucción etnohistórica emprendida por Lockhart se inscribe en un área del centro de México que incluye diversas regiones más o menos relacionadas en función del uso de documentos nahuas. Por una parte, se localizan distintos vestigios documentales de la ciudad y valle de México, con la fuerte herencia de Tenochtitlán y un proceso de intercambio y adaptación cultural donde los grupos nahuas mantienen perfiles activos. Otro sitio relevante es la región de Chalco. También Texcoco cobra relevancia, además de Tlaxcala y en el extremo oriente algunos poblados de Puebla. Por el lado oeste se localizan la región del Valle de Toluca y al suroeste la de Cuernavaca. Esta región geográfica nahua-hablante se define por los registros documentales, aunque a lo largo del libro el autor señala ejemplos de lugares alejados, como regiones tan distantes al centro de México como sitios en el estado actual estado de Jalisco o Michoacán.

De esta forma queda encuadrada la estructura general y argumentativa del trabajo de Lockhart.

PRINCIPALES APORTES INTERPRETATIVOS

Uno de los primeros y más notables aportes es el análisis de la organización celular nahua, herencia de los tiempos sociohistóricos prehispánicos. Dicha organización responde a una categorización social y cultural en donde no existe, en sí, una lógica explicativa y jerárquica, sino que se trata de la presencia de unidades dentro de unidades, con funcionamiento independiente, inter-relacionadas entre sí, aunque independientes, en la escala macro-medio-micro. Una definición mucho más clara refiere que “Cellular organization refers to the fact that in the Nahua world almost anything, whether concrete, social, intellectual, or artistic, tends to be divided into separate equal independent parts often held together by an order of rotation, a numerical scheme, or both, and thus quite distinct from corresponding things in the Spanish or indeed European tradition”.25

El ejemplo que nos proporciona Lockhart26 para esquematizar esta forma organizativa es el de un altépetl hipotético. Dicho altépetl se encuentra dividido en un número de calpolli y/o de tlaxilacalli que pueden traducirse como barrios. Además, existe la unidad del tlayacatl siendo estas parcialidades o partes. Otra forma de nombrar las partes o secciones es tequitl. En los altépetl, como unidades sociopolíticas y económicas de mayor escala, o en los calpolli, existían linajes, que en el caso de las células de menor tamaño respondían al nombre de tecalli, es decir, eran los nobles con un señor titular que tenía sus propias tierras y dependientes. De esa forma el altépetl contaba con tierras para mantener al tlatoani, el calpolli tenía tierras para su producción tributaria y para su autoconsumo, pero, además, los linajes de distintos tecali contaban con cuotas de tierras para producción agrícola, tanto alimentaria como tributaria. Lockhart ejemplifica con Chimalpahin cuando el indígena refiere a Chalcayotl o la entidad colectiva de los chalcas, forma de denominar un altépetl. Prosiguiendo con este esquema de organización el nahuatlato estadounidense menciona que el tlatoani es el jefe del altépetl y que, dentro de esta organización, además, hay un grupo de jefes llamado tlatoques. El huey tlatoani es el jefe mayor. Existe un teuctlatoani que lleva el título de teuctocaitl, es decir un nombre señorial, que representa a los calpolli o barrios. Además, existen los quauthtlatoani o señores águila, con una función de gobernadores interinos. Dentro de esta clasificación social cobra importancia el tecpan o palacio de reunión de los nobles.

En el segundo apartado puede observar la persistencia del análisis de la organización celular a partir de documentos escritos. Al hablar, por ejemplo, de la unidad doméstica indígena rescata un caso de 1588, al tiempo que va entrelazando distintos casos con explicaciones y comparaciones lingüísticas. El caso del término cenyeliztli —traducido como personas que viven juntas en una casa— se asocia a otras formas de nombrar, por los nahuas, la unidad doméstica. Cencalli, otro ejemplo, quiere decir una casa, mientras que cencaltin se traduce por los que están en una casa. También existía el término cemithualtin traducido como los que están en un patio o techan tlaca que en español diría las personas en la casa de alguien. Así, Lockhart muestra que la unidad doméstica funcionaba a la par como unidad de parentesco y realiza un análisis profundo de los términos de parentesco que dieron sentido a la división social doméstica nahua en tiempos coloniales. Coloca además un conjunto de esquemas a modo de mapas urbanos para ejemplificar la transformación del espacio doméstico en función de las relaciones familiares. En 1581, por ejemplo, muestra como se suscitó una construcción de una casa para una hermana y la de un indígena nahua en una misma distribución territorial doméstica. También las unidades domésticas podían contar con unidades productivas, al modo de los tiempos prehispánicos, donde lograban existir cuartos para la producción de pan, terreno dedicado a los huertos, pero también, y debido al intercambio y proceso de cristianización, la casa de los santos. La casa de los santos era una clara herencia del mundo prehispánico puesto que cada unidad —calpolli, altépetl, tlatocayotl— tenía a su deidad protectora, a quien se le rendía culto, se le ofrendaba, se la mantenía viva una actividad ritual y se le agradecía la bienaventuranza, especialmente productiva agrícola, del territorio en cuestión.

Dentro del análisis de Lockhart la organización celular es uno de los pilares interpretativos, también susceptible de explicitarse en las categorías sociales que el autor analiza y en las formas de tenencia de la tierra. En el primer caso se trata de términos que clasifican y ordenan a las distintas personas inmersas en la sociedad nahua, cuyo uso y presencia en el periodo colonial va a variar y a cambiar de sentido en función de hechos sociales. Las categorías nahuas para rey gobernante eran tlatoani/tlatoque, mientras que teuctli/teteuctin significaba señor. El hombre de condición superior y de nobleza era el pilli/pipiltin y su opuesto genérico, la mujer noble, era cihuapilli/cihuapipiltin. La clase trabajadora y tributaria era la de los macehualli/macehualtin, plebeyos o personas comunes, vasallos sujetos a un señor. Otra forma de subordinación la tenía el tlalmaitl aunque era subordinado a un noble o señor, a diferencia del tlacotli/tlatlacotin que era el esclavo comprado o capturado en las guerras floridas, también denominado con la partícula –tlacauh/-tlacahuan. Otras categorías sociales eran las de teixhuiuh/teixhuihuan o el nieto de alguien, mientras que al hablar de una persona que compartía la residencia se trataba de tlen nenqui/tlen nenque. Finalmente, el último ejemplo donde puede evidenciarse con claridad la organización celular es en el de las formas de distribución territorial. Iniciando en escala de importancia se encontraba el altépetl a quien correspondía el altepetlalli como tierras dedicadas a su uso, usufructo y explotación. A la unidad del calpolli le correspondía el calpollalli como tierra del calpolli. En el caso de la tequitcatlalli/tequitlalli estábamos ante la tierra con obligación de tributo. También existía la pillalli o tierra de los nobles y la callalli o tierra de la casa. Además, las fuentes empleadas por Lockhart mencionan a la hueca tlalli/ imic occan tlalli que era la tierra distante o en otro lugar, pero también estuvo presente la huehuetlalli o tierra antigua, que tenía una función y significado de tierra patrimonial. Había además la tlalcohualli o tierra comprada, contrastando la interpretación contraria de que no había venta de tierras en la época prehispánica. Por último, existía un tipo especial de tierra que era la cihuatlalli, es decir la tierra de la mujer.

Estos ejemplos muestran nítidamente el empleo del análisis de la organización celular y la instrumentación con un análisis lingüístico y cultural profundo. En ese sentido, la interpretación de la organización celular desmantela mediante estas exposiciones los juicios interpretativos que mantenían una visión jerarquizada verticalmente de la sociedad indígena, tanto prehispánica como colonial.

El otro gran aporte interpretativo realizado en el libro de Lockhart es el de la evidencia documental que indica, según su observación, tres etapas distintas de desarrollo de la cultura y la lengua náhuatl durante el periodo colonial. La primera etapa oscila entre 1519 y 1550, la de primer contacto, la de adaptación e intercambio, la de la puesta en marcha de una nueva organización estructural a partir de la llegada de los españoles y de los frailes. La segunda etapa oscila entre 1550 y 1650, abarcando los momentos de mayor mortandad indígena, la redistribución de roles, funciones sociales, actividades y aprendizajes nahuas para la subsistencia de esta comunidad étnica, pero también muestra un proceso de intercambio, asimilación y reciprocidad importante con la cultura euro-española. La tercera etapa oscila de 1650 hasta la actualidad, mostrando los elementos de continuidad lingüística y cultural que desde ese año se acentuaron, considerando los cambios de las comunidades nahuas durante el siglo XVIII, pero también la modificación sustancial que significó el ingreso de las comunidades indígenas a la vida nacional independiente de México. En ese sentido, Lockhart enfatiza la posibilidad de observar una cuarta etapa a partir de una bifurcación del desarrollo lingüístico náhuatl, etapa que no sustituye a la tercera anterior, como sí lo hacen el resto de las etapas. Así, es posible observar una consecución con rasgos propios y particulares. Los inicios de esta cuarta etapa se ubicarían entre 1760 y 1770 y estarían marcados por un dominio crítico del español por parte de los nahua-hablantes, o sea por un bilingüismo claro y contundente.

La interpretación de las etapas de desarrollo nahual van a demarcar grandes conjuntos documentales y de fenómenos culturales, sociales, económicos, literarios, históricos, religiosos y políticos, cambiantes en la diacronía y con un funcionamiento que Lockhart no asocia directamente al proceso de aculturación sino a un fluir incesante, a un proceso de adaptación y cambio en todos los niveles de la vida nahua, que bebe y se nutre, que cambia, a partir de su aprendizaje y vivencia de la cultura española sin negar su propia cultura.

Para la demostración de estas tres etapas Lockhart realiza un profundo y amplio análisis lingüístico diacrónico sobre las formas en las que la lengua náhuatl fue cambiando a raíz de sus intercambios con el español, recurriendo a fuentes literarias, historiográficas, de escritura pictográfica, pero también respecto a los vestigios documentales. En ese sentido destaca el hecho de lo apreciable del análisis, siempre que consigue evidenciar transformaciones morfológicas, léxicas, sintácticas y gramaticales del náhuatl; empleo de estilos, usos y otros mecanismos discursivos propios de construcciones poéticas y teatrales, pero también historiográficas; además de mostrar como se fusionaron el español y el náhuatl.

Por lo anterior, el modelo de etapas de Lockhart se basa en que cada etapa tiene características definidas. En la primera hay una interacción entre el español y el náhuatl, sin que éste incorpore muchos elementos extraños a su lengua, empleando términos nahuas para referir a cosas novedosas traídas de España, como el ejemplo de caballo que en principio era maçatl o venado. Gradualmente y con el avance de los intercambios y adaptaciones el náhuatl va adquiriendo préstamos lingüísticos, ajustándose léxicamente al español, por ejemplo, en el empleo de sustantivos de origen hispánico (como el nombre de frutas, herramientas, animales entre otros). Además, son adaptadas palabras españolas a la morfología y a la semántica náhuatl por ejemplo la palabra cahuallocalli traducida como “casa del caballo” para referir a la caballeriza. Otro ejemplo es el de la palabra cahuallomecatl o “cuerda para las patas del caballo” para referir a la traba. Esto ocurre durante la segunda etapa. Finalmente, en la tercera etapa se da ya una sociedad bilingüe, como vimos, donde las adaptaciones lingüísticas incluyen modificaciones verbales, pasando verbos españoles al náhuatl empleando la partícula –oa. Un ejemplo es el de la palabra notificaroa para decir “notificó”, aunque el análisis de Lockhart incluye una variedad de formas verbales que sufrieron estas modificaciones y adaptaciones.

ESQUEMA DE FUENTES

Al inicio del libro Lockhart menciona las fuentes documentales que empleó en su estudio. Destaca la compilación de Hinz y otros Aztekischer Zensus, además de Die relationen Chimalpahin’s zur Geschichte Mexico’s también en alemán. Además, distintos códices como el Aubin y el Florentino. Igualmente, diversos conjuntos documentales como la Colección de documentos sobre Coyoacán de Carrasco y Monjarás-Ruiz, la Historia tolteca-chichimeca de Kirchhoff, Anderson y Diddle y el teatro náhuatl de Horcasitas. Dentro de las fuentes coloniales también recurre al Vocabulario en lengua castellana y mexicana, mexicana y castellana de fray Alonso de Molina de 1571, los “Papeles de la familia Cruz” de Tepemaxalco (Calimaya), el Treatise on the Heathern Superstitions de Ruiz de Alarcón y editado por Andrews y Hassig, los testamentos de Culhuacán (compendiados por Cline y León-Portilla), el Tula cofradía Book y los Anales de don Juan de Buenaventura Zapata y Mendoza. Con este corpus documental de textos nahuas, códices y obras de frailes, Lockhart desarrolla sus minuciosos análisis lingüísticos extrayendo ejemplos también de documentación del Archivo General de la Nación en México. En función de las épocas a que se refieren cada conjunto documental, Lockhart logra aglutinar evidencias específicas de hechos insertos en su explicación etnohistoriográfica. Aunque a lo largo de la obra el autor señala cierta escases de fuentes documentales para conocer el estado de los grupos nahuas previos a la conquista o de registros fidedignos de los primeros cambios lingüísticos en ese grupo étnico, derivado del contacto con españoles, Lockhart muestra, por ejemplo con los censos de Cuernavaca, la continuidad y el cambio lingüístico entre la etapa uno y la dos. Además, logra encontrar vestigios y huellas a lo largo de todo el periodo colonial dentro de su documentación, incluyendo el estudio de Chimalpahin, Tezozmoc y Alva Ixtlixochitl. También es importante en su conjunto documental la revisión historiográfica de autores como Eric Wolf, Charles Gibson, William Prescott, Robert Ricard y Lewis Hanke. También destaca, entre tanto, un comentario crítico a las interpretaciones de Francisco Javier Clavijero.

Además, Lockhart rescata los distintos trabajos emprendidos por él, y en coautoría con otros colegas para su estudio, vistos en su bosquejo bio-bibliográfico, especialmente los que tratan temas nahuas, aunque también su historia de la América española temprana y Brasil al lado de Schwartz. Así, Lockhart consigue dar continuidad a sus procesos investigativos, al tiempo que realiza una obra culmen en su carrera, un hito también dentro de los estudios etnohistóricos del México indígena colonial.

RECEPCIÓN DE LA OBRA

Respecto a los comentarios críticos, la difusión y el trabajo de comunicación en revistas especializadas del libro de Lockhart, fue posible compendiar un conjunto de reseñas entre 1993 y 1996 que dan cuenta de la recepción que tuvo este importante trabajo. En mayo de 1993 salió la reseña de Fernando Cervantes27 de la Universidad de Bristol y publicada por una revista en Cambridge, donde el reseñista enfatizó que el libro de Lockhart confirma la tesis de Gibson. También Cervantes menciona que el trabajo de Lockhart demuestra que el México central, de carácter sedentario, tenía modelos similares a los europeos. Además, es importante el libro por la incorporación de materiales en nahua, para mencionar de paso que el libro evidencia que, en términos religiosos, los nahuas necesitaban más ser instruidos que convertidos. El mismo año, pero en invierno John K. Chance28 de la Universidad del Estado de Arizona reseñó el libro de Lockhart en una revista de Duke. Su reseña compara el trabajo del westvirginiano con el de Gibson de 1964 The Aztecs Under the Spanish Rule, al igual que la reseña anterior y como un vestigio historiográfico relevante. Sin embargo, Chance advierte que la diferencia entre Lockhart y Gibson es que el primero utilizó fuentes nahuas. Chance también discute la teoría lockhartiana de la organización celular náhuatl y la presentación del esquema en tres etapas basado en datos lingüísticos. Para Chance el libro revela el cambio cultural en la diacronía y marca una nueva fase en la etnohistoria del México colonial.

En abril de 1994 Eric Van Young también comentó el libro de Lockhart. Menciona que se trata del resultado de 2 décadas de trabajo académico, convirtiéndose en un clásico instantáneo de la etnohistoria y la literatura coloniales. Además, la obra desvela el trabajo filológico de Lockhart e inicia la corriente, como ya vimos, de la new philology. Asimismo, Van Young toma atención a las fuentes empleadas por Lockhart y dice que se trata de cuentas etnográficas nativas dirigidas en español, crónicas históricas, testamentos, registros de litigios, textos literarios y otras fuentes de primera mano nahuas. En julio de ese mismo año James M. Taggart29 del Franklin and Marshall Collage Lancaster de Pensilvania reseñó el libro de Lockhart. Taggart indica que el libro ayuda a corregir una imagen distorsionada de las personas hablantes de azteca creada por historiadores y antropólogos confiando pesadamente en las fuentes españolas y no en las nahuas. Además, apunta hacia las fuentes del trabajo y menciona que se trata de registros municipales de Tlaxcala, papeles familiares del Valle de Toluca, cuentas de Tula, censos de Cuernavaca, entre otras. Finalmente, Taggart indica lo señalado por Lockhart, que el cambio en el mundo nahua no es un proceso unitario debido a las regiones y los aspectos de la cultura que fueron alterados de distintas formas en las tres etapas de desarrollo propuestas en el libro.

En 1995, en el número de octubre a diciembre, Serge Gruzinski30 de la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París publica en la revista L’Homme, de esa misma institución, su reseña sobre el libro de Lockhart. Para el historiador francés uno de los principales aportes de Lockhart son las consideraciones sobre la adopción de la escritura alfabética y las formas retenidas por los indianos, en tanto constituyen el fondo del estudio lexicológico. Además, resalta que el estudio logra revelar que la escritura nahua colinda con la expresión oral y, en esa medida, para Lockhart la lengua es una manifestación privilegiada de la cultura de un grupo.

Destaca dentro del conjunto de reseñas la de 1996 de José Elías Palti,31 quien desde la Universidad de Berkeley en California y como miembro del CONICET, da a las prensas sus observaciones respecto al libro de Lockhart. Se trata de la única reseña detectada en el contexto latinoamericano de esta obra en el conjunto de reseñas, aparecida en una revista peruana de crítica literaria latinoamericana del Centro de Estudios Literarios “Antonio Cornejo Polar”. Palti reseña a Lockhart junto a un trabajo de Gruzinski y dedica una especial importancia a desmenuzar la controversia respecto a la conquista del valle central de México, indicando tres interpretaciones posibles: la de Ricard (hispanización rápida de los indígenas), la de Wolf (persistencia cultural precolombina), y la de Wachtel (asimilación y resistencia en convivencia). Asimismo, indica la presencia de otro concepto relevante para el desarrollo etnohistoriográfico del libro, el de la identidad doblemente errónea (double mistaken identity), explicado como el hecho de que las necesidades españolas coincidían con formas de gobierno y organización social indígena, por lo que indígenas y españoles interactuaban y comprendían la realidad desde sus particularidades culturales sin generar necesariamente conflictos. Finalmente, Palti apunta que para Lockhart no hubo resistencia ni asimilación sino coexistencia entre nahuas y españoles, interpenetración y adecuación mutua. Por lo tanto, el libro señala la continuidad entre antes y después de la conquista.

APUNTE DE CIERRE

El libro de Lockhart Los nahuas después de la conquista representa un hito etnohistoriográfico, un punto bisagra entre formas distintas de investigar, analizar y escribir la historia colonial de los grupos étnicos en el centro de México. Como se evidenció Lockhart efectuó distintas aproximaciones sucesivas a la cultura y lengua náhuatl colonial, indicando una trayectoria nutrida, integral y altamente profesional. Para el desarrollo de la metodología filológica el libro muestra, al menos, dos vertientes de suma profundidad e importancia: el conocimiento histórico y presente de la lengua náhuatl y la sorprendente e inmensa labor de rescate documental en dicha lengua. Estas dos vertientes, complementarias entre sí, demarcan todo una región académica e intelectual. Van Young32 hablará de una historia cultural imperialista, con lo que Restall33 no está de acuerdo. Sin embargo, la escuela de la new philology transformó metodológica e intelectualmente los estudios de etnohistoria. También es relevante la significación de los documentos rescatados en tanto argamasa reconstructiva de la vida cotidiana, en tanto vestigios que van más allá de la monumentalidad de grandes obras —históricas y literarias— con lo que el trabajo del historiador representa un diálogo cierto entre constelaciones de núcleos de sentido, combinando la perspectiva historiográfica de aquellos grandes monumentos en lengua náhuatl con los documentos de la cotidianidad.

Para varios de los autores revisados, tanto en la recepción del libro como en lo tocante a la escuela de la new philology, el trabajo de Lockhart desindianiza a los indígenas para reconvertirlos en nahuas, retirando su definición excluyente, homogénea y desintegradora de origen español, proporcionando una visión que va más allá de las interpretaciones maniqueas. Por consiguiente, Lockhart consigue mostrar una escena cultural y social amplia, compleja y mucho más enriquecida sobre la vida de los grupos nahuas durante el periodo de dominación española en Nueva España.

En otro sentido, Lockhart representa en sí mismo un núcleo de sentido y significados —académicos, intelectuales, educativos, entre otros— cuyas influencias, repercusiones, adherencias y críticas incursionan en un estilo de investigar y escribir historia, sumamente distinto al de los tiempos presentes. La división en etapas académicas que propusimos sobre la trayectoria de Lockhart no puede más que aguardar una merecida investigación mucho más concienzuda, profunda y que incluya el perfil historiográfico, biográfico e intelectual del autor. Al desconocer la totalidad del corpus lockhartiano, nuestro acercamiento no puede sino representar un primer esfuerzo por indicar rutas interpretativas y de condensación informativa y documental respecto a este autor.

Dentro de las consideraciones finales debo indicar, también, que el propio Lockhart reveló un itinerario de la new philology en respuesta a los planteamientos hechos por Van Young. En ese sentido Lockhart indica claramente otra de sus recursos metodológicos: “I call this sort of work career pattern history, which though moving in many directions toward fresh analysis, tends to start with the shape of newly synthesized lives, assembling them into groups and types discerning processes”.34 Por lo tanto, para él se trataba de un descubrir las implicaciones de epítetos presentes en los documentos como los títulos, la caracterización étnica y de genero, los nombres de ocupaciones, las indicaciones del estado de ciudadanía y los nombres de las personas, dando fisonomía a una historia social, una historia intelectual/cultural y una investigación del lenguaje. Dentro de los rasgos de la new philology Lockhart distingue: 1) el uso de documentación mundana en lengua indígena, descubierta y explotada como contexto primario 2) concentración en individuos y situaciones concretas 3) el conjunto de métodos derivados del career pattern research 4) las etapas de la evolución cultural post-contacto y el análisis lingüístico para descubrirlas 5) el estar alerta a la persistencia de la organización celular 6) una tendencia a converger con la temprana historia social latinoamericana.

De esa forma, el balance crítico presentado mostró con nitidez la trascendencia del trabajo de Lockhart, primero; su extensión y dimensión socio-académica —como escuela y corriente investigativa e interpretativa—, segundo; al tiempo que permitió ahondar en los aportes principales del trabajo analizado. Si bien el tiempo, el espacio y la posibilidad de ampliar los contenidos de este balance estuvieron fuera de nuestro alcance, creemos haber logrado ejemplificar e indicar un doble hecho: la necesaria reconstrucción bio-bibliográfico-intelectual de Lockhart (por aquello de los posibles homenajes) y la relevancia del libro Los nahuas después de la conquista como un hito dentro de la etnohistoriografía colonial del centro de México.

1 La semblanza no pretende ser exhaustiva. Surgió de una búsqueda en la base de datos de la biblioteca Daniel Cossío Villegas del Colegio de México. Se complementó con los motores de búsqueda WorldCat y Jstor. Fue posible dar seguimiento a distintas notas sobre el autor a raíz de su fallecimiento en 2014. Véase especialmente: Terraciano, Kevin, “Obituary: James Lockhart (1933-2014)” en UCLA International Institute, 2014, disponible en [http://international.ucla.edu/institute/article/137546], consultado: 26 de mayo de 2020; Rosenmüller, Christoph, “In memoriam. James Lockhart (1933-2014)” en Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas – Anuario de Historia de Am 62). Consultado en: ” “de Amepia cultura. ino adatpaebe y se nutre, que cambia, a partir de su aprendizaje y vivencia de la cérica Latina, Vol. 51, Núm 1, 2014, pp. 11-14, disponible en [https://www.degruyter.com/view/journals/jbla/51/2014/article-p11.xml?language=de], consultado: 26 de mayo de 2020; Pearce, Adrian J, “Obituario James Marvin Lockhart (1933-2014)” en Historia Mexicana, Vol. 64, Núm. 1, julio-septiembre, 2014, pp. 465-470, disponible en [http://historiamexicana.colmex.mx/index.php/RHM/article/view/35/28], consultado: 26 de mayo de 2020; Cline, Sarah, & Altman, Ida, “James Lockhart (1933-2014)” en The newsmagazine of the American Historical Association. Perspectives on History. 2014, diswponible en: [https://www.historians.org/publications-and-directories/perspectives-on-history/april-2014/in-memoriam-james-lockhart], consultado: 26 de mayo de 2020; Martínez Baracs, Rodrigo, “James Lockhart, historiador” en Letras libres, Núm. 162, 2012, disponible en [http://www.letraslibres.com/mexico/james-lockhart-historiador], consultado: 26 de mayo de 2020.

Durante la realización del balance fue persistente la duda de si incluir en la bibliografía final el conjunto completo de las obras de Lockhart aquí recogidas aun sin conocerlas o haberlas revisado de primera mano. Se eligió no incluir las referencias al corpus lockhartiano que permitió construir este bosquejo bio-bibliográfico, por abultar la sección bibliográfica, pese a tratarse de una parte de la investigación documental y del proceso de construcción, historiográfica, de este retrato. Bibliográficamente la entrada de Wikipedia en su versión en inglés fue útil como primer aglomerado en conjunto de la obra lockhartiana, dentro la cadena de búsqueda documental. La revisión pormenorizada de este corpus sobrepasa, por mucho, las intenciones de esta semblanza, aunque se presta para un estudio profundo, e historiográfico, de la biografía e itinerario intelectual de Lockhart.

2 Spores, Ronald, “New World Ethnohistory and Archeology, 1970-1980” en Annual Review of Anthropology, Núm. 9, 1980, pp. 575-603, disponible en [http://www.jstor.org/stable/2155748], consultado: 26 de mayo de 2020.

3 Spores, 1980, Ibid., p. 576.

4 Spores, 1980, ibid. p. 577.

5 Spores, 1980, ibid. p. 580.

6 Van Young, Eric, “Review. Nahuas and Spaniards: Postconquest Central Mexican History and Philosophy by James Lockhart; The Nahuas after the Conquest: A Social and Cultural History of the Indians of Central Mexico, Sixteenth through Eighteenth Centuries by James Lockhart” en The American Historical Review, Vol. 99, Núm. 2, abril, 1994, pp. 698-699, disponible en [http://www.jstor.org/stable/2167535] consultado: 26 de mayo de 2020; Van Young, Eric, “The New Cultural History Comes to Old Mexico” en The Hispanic American Historical Review, Vol. 79, Núm, 2, Mayo, 1999, pp. 211-247, disponible en [http://www.jstor.org/stable/2518373] consultado: 26 de mayo de 2020.

7 Van Young, 1999, ibid. p. 213.

8 Van Young, 1999, ibid. p. 215.

9 Van Young, 1999, ibid. p. 217.

10 Para Matthew Restall la new philology es más bien deductivista. Restall, Matthew, “A History of the New Philology and the New Philology in History” en Latin American Research Review, Vol. 38, Núm. 1, 2003, pp. 113-134, disponible en [http://www.jstor.org/stable/1555436], consultado: 26 de mayo de 2020.

11 Van Young, 1999, op.cit. p.228.

12 Van Ypoung, 1999, ibid. p. 229. La traducción es mía.

13 En la primera de ellas Van Young enlista a los siguientes historiadores: María Cristina Sacristán, Solange Alberro, Richard Boyer, Juan Pedro Viqueira, William Taylor, Steve Sten, Patricia Seed, Sivlia Arrom, Asunción Lavrin, Carmen Castañeda, Carlos Valdés, Teresa Lozano, Susan Kellog, Woodrow Borah y Charles Cutter. La tercera tendencia refiere a los adscritos a los postulados interpretativos de Serge Gruzinski “the conquest of imaginary” donde Van Young ubica a Walter Mignolo, Christian Duverger, Enrique Florescano, Louise Burkhart, Fernando Cervantes y Jeanette Patterson. También menciona la historia intelectual practicada por David Brading, con una mucho menor escala de participación historiográfica.

14 Dentro de la nómina de autores de esta tendencia menciona a David Frye, Cynthia Radding, Pedro Bracamonte, Antonio Escobar, Susan Schroeder, Teresa Rojas Rabiela y Mario Humberto Ruiz, María de los Ángeles Romero Frizzi, Daniel Dehouve, Carlos Manuel Valdés Dávila, Evelyn Hu-DeHart y Jan de Vos.

15 Van Young, 1999, ibid. p. 234.

16 Van Young, Eric, ““Two Decades of Anglophone Historical Writing on Colonial Mexico: Continuity and Change since 1980” en Mexican Studies/Estudios Mexicanos, Vol. 20, Núm. 2, 2004, pp. 275-326, disponible en [http://www.jstor.org/stable/10.1525/msem.2004.20.2.275], consultado: 26 de mayo de 2020.

17 Restall, 2003, op.cit. p. 114.

18 Restall, 2003, ibid. p. 116.

19 Restall, 2003, ibid.. pp.116-118, recalca las tesis dirigidas por Lockhart en la UCLA que coadyuvaron a la concreción de la escuela. Menciona los trabajos de S.L. Cline, S. Schroeder, S. Wood, R. Haskett y R. Horn. En esta primera generación de la new philology deben incluirse a Karttunen, L. Burkhart, F. Berdan, S. Kellog (antitética de Lockhart y heredera de Woodrow Borah), al mexicano Enrique Florescano, al norteamericano Walter Mignolo y a la escuela francesa con Serge Gruzinski, Claude Lévi-Strauss, Tzvetan Todorov, Christian Duverger y J.M.G. Le Clézio. Además a Anderson, C. Dibble, J. Richard Andrews, R. Hassig, W. Bright, U. Canger, J. Campbell, M. Clayton, P. Carrasco, J.J. Klor de Alva, L. Offut y B. Sell.

20 Restall, 2003, ibid. p. 123.

21 Van Young, 2004, op.cit. p. 321

22 Van Young, 2004, ibid. pp. 324-325.

23 Lockhart, James, Los nahuas después de la conquista. Historia social y cultural de la población indígena del México central, siglos XVI al XVIII, México, Fondo de Cultura Económica, 1999. p. 16.

24 Lockhart, 1999, ibid. pp. 20-21.

25 Lockhart, James, “Introduction: Background and Course of the New Philology”, 2007, p. 10, disponible en [http://whp.uoregon.edu/Lockhart/Intro.pdf], consultado: 26 de mayo de 2020.

26 Lockhart, 1999, op.cit.

27 Cervantes, Fernando, “Review. The Nahuas after the Conquest: A Social and Cultural History of the Indians of Central Mexico, Sixteenth Through Eighteenth Centuries by James Lockhart; Nahuas and Spaniards: Postconquest Central Mexican History and Philology by James Lockhart” en Journal of Latin American Studies, Vol. 25, Núm. 2, mayo, 1993, pp. 389-39, disponible en [http://www.jstor.org/stable/158165], consultado: 26 de mayo de 2020.

28 Chance, John K, (1993). “Review. The Nahuas after the Conquest: A Social and Cultural History of the Indians of Central Mexico, Sixteenth through Eighteenth Centuries by James Lockhart” en Ethnohistory, Vol. 41, Núm. 1, 1993, pp.183-185, disponible en [http://www.jstor.org/stable/3536990], consultado: 26 de mayo de 2020.

29
Taggart, James M, Review.The Nahuas after the Conquest: A Social and Cultural History of the Indians of Central Mexico, Sixteenth through Eighteenth Centuries by James Lockhart” en The Americas, Vol. 51, Núm. 1, Julio, 1994, pp. 119-121, disponible en [http://www.jstor.org/stable/1008364], consultado: 26 de mayo de 2020.

30
Gruzinski, Serge, “Review. The Nahuas after the Conquest. A Social and Cultural History of the Indians of Central Mexico, Sixteenth through Eighteenth Centuries by James Lockhart; Nahuas and Spaniards. Postconquest Central Mexican History and Philology by James Lockhart” en L’Homme, 35e Année, Núm. 136, octubre-diciembre, 1995, pp. 155-158, disponible en [http://www.jstor.org/stable/25133296], consultado: 26 de mayo de 2020.

31
Palti, José Elías, “Review. The Nahuas after the Conquest. A Social and Cultural History of the Indians of Central Mexico, Sixteenth through Eighteenth Centuries by James Lockhart; The Conquest of Mexico. The Incorporation of Indian Societies into the Western World, 16th-18th Centuries by Serge Gruzinski” en Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, Año 22, Núm. 43/44, 1996 pp. 329-332, disponible en [http://www.jstor.org/stable/4530867], consultado: 26 de mayo de 2020.

32
Van Young, 1999, op.cit

33
Restall, 2003, op.cit.

34
Lockhart, 2007, op.cit. p. 3.

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